23 junio 2013

“Socialista del siglo XXI” piensa como soldado del rey en el siglo XVIII

El Vicepresidente Álvaro García Linera y el gobernador colonial de Moxos en el siglo XVIII Ignacio Flores tienen mucho en común. Por asombroso que parezca, el militar español que combatió a Tomás Katari en 1780 y el ideólogo del “proceso de descolonización” en la Bolivia del siglo XXI defienden el mismo ideal de “desarrollo” y “progreso” y justifican con los mismos argumentos la construcción de la carretera a través del TIPNIS.


La idea de construir una carretera de vinculación entre el Chapare de Cochabamba y la provincia de Moxos de Beni ha tenido una larga historia, demostró el reconocido investigador Tristan Platt en un revelador artículo publicado el año pasado por el diario Los Tiempos. (1)

Según Platt, el proyecto carretero fue planteado por el gobernador español de Moxos Ignacio Flores, mejor conocido por su gestión como comandante de las tropas españolas enviadas en 1780 para contener la insurrección indígena de Tomás Katari y la sublevación de los ayllus de la Provincia colonial de Chayanta (hoy el Norte de Potosí), y también por haber llevado presa a La Paz a Bartolina Sisa.

En 1780 el gobernador Flores envió una carta al secretario de Estado en España José de Gálvez, consejero del Rey Carlos III, justificando la conveniencia económica y geopolítica de construir una carretera de vinculación entre Moxos y Cochabamba. Según Platt, el razonamiento detrás del proyecto, sobre todo la estructura imaginada del espacio geográfico, articulaba relaciones y tensiones interregionales que, desde una perspectiva distinta y con otras valoraciones, persisten hasta el día de hoy.

Al investigador le sorprende que las “ideas ilustradas sobre el progreso” del comandante militar español tengan mucho en común con las aspiraciones de las autoridades del Estado Plurinacional y de los cocaleros del Conisur que hoy apoyan la apertura de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos.  Y es que los argumentos expuestos por Flores en su carta a Gálvez para justificar la construcción de la ruta coinciden plenamente con las tres principales razones esgrimidas por el Vicepresidente para demostrar cuán necesaria es la carretera por medio del TIPNIS. (2)

En primer lugar, el gobernador colonial aseguró que el camino no solo abriría progresivamente esas tierras feraces a colonos cochabambinos para que cultiven coca, azúcar, ají y quizás añil, sino que también permitiría “civilizar” a los yuracarés que viven en la zona. “Ya empiezan a salir los Indios Yuracarés a Cochabamba, y a entrar los Españoles a sus tierras, con una recíproca confianza”, escribió Flores.

Más de dos siglos después, García Linera asevera que la carretera sacará de la miseria a los pobres indígenas del Parque que caminan descalzos (y viven como “salvajes”, según un dirigente campesino del MAS), y garantizará su acceso a los derechos y garantías constitucionales (agua potable, escuelas, acceso a mercados…). (3)

En otras palabras, tanto el representante del Rey Carlos III como el Vice “descolonizador” reivindican un ideal “modernizador” con el fin de optimizar la producción, y ven como un obstáculo a los pueblos “bárbaros” que continúan defendiendo su espacio vital y, por ende, bloqueando el “desarrollo”.

Como segundo argumento, el militar Flores hacía referencia a la ausencia de redes de comunicación y a la desvinculación de las tierras amazónicas con el resto del territorio nacional, lo que redundaba en el inadecuado suministro de víveres a Moxos, sobre todo sal, harina y artículos de lana provenientes de Cochabamba y La Paz.  Con el mismo razonamiento, García Linera dice ahora que es necesario vincular por primera vez la Amazonía con los valles y el altiplano a fin de facilitar el comercio. (4) En su criterio, la tercera parte del territorio boliviano continúa aislada, lo que ha permitido que la soberanía del Estado sea sustituida “por el poderío del patrón de hacienda, del maderero extranjero o el narcotraficante”.

En tercer lugar, intereses geopolíticos nacionales e internacionales justifican la construcción de la ruta, expuso el gobernador militar en el siglo XVIII. Consideró urgente “romper el lazo” estrecho de Moxos con Santa Cruz de la Sierra, ciudad que dominaba el comercio de sebo y ganados con Moxos. La ruta existente obligaba al comerciante a subir por los ríos Mamoré y Grande y desde ahí llegar a Santa Cruz por tierra, que también era la principal vía pública desde Moxos hacia Perú. Según Flores, con el camino propuesto Moxos se libraría de esa dependencia y se vincularía directamente con Cochabamba y La Paz.

Y una vez más García Linera repite casi al pie de la letra los argumentos y prejuicios anticruceñistas expresados abiertamente por su antepasado Flores. Dice el Vice que la oligarquía oriental estuvo a punto de dividir a Bolivia en 2008 porque parte de su base material, la agroindustria, fue tomada por el Estado. Sin embargo, queda en pie un último pilar económico que mantiene a las "fuerzas retrógradas: el control de la economía amazónica”.

Según García, los recursos naturales de la Amazonía obligatoriamente tienen que ser procesados por empresas controladas por “una fracción oligárquica asentada en Santa Cruz”. Pero, “una carretera que vincule directamente la Amazonía con los valles y el altiplano reconfiguraría radicalmente la estructura de poder económico regional, derrumbando la base material final de los separatistas, y dando lugar a un nuevo eje geoeconómico al Estado”.

El gobierno “descolonizador” subyuga a los indígenas con la “doctrina del descubrimiento”
Las ideas ilustradas sobre el progreso colonial tienen, evidentemente, mucho en común con las aspiraciones de los cocaleros del Conisur y de los sectores que hoy apoyan la apertura del camino, infiere Platt, pero “aunque el paralelismo sea asombroso, no queremos sugerir que el actual gobierno sindicalista del Estado Plurinacional haya caído en una mentalidad tan abiertamente colonial como la de Ignacio Flores”.

Según Platt, “el problema sigue siendo cómo cortar con las ideas sobre el desarrollo que vienen prefabricadas desde los últimos borbones del reino en el siglo XVIII y principios del siglo XIX”, ideas que paradójicamente perviven en la mente del principal ideólogo de la “revolución cultural” en Bolivia.

En su habitual jerga “posmoderna”, el Vicepresidente define “colonialidad” como “una relación de dominación territorial que se impone a la fuerza y con el tiempo se ‘naturaliza’, inscribiendo la dominación en los comportamientos ‘normales’, en las rutinas diarias, en las percepciones mundanas de los propios pueblos dominados”.

El teórico de marras explica que la “descolonización” es un “proceso de desmontamiento de las estructuras institucionales, sociales, culturales y simbólicas que subsumen la acción cotidiana de los pueblos a los intereses, a las jerarquías y a las narrativas impuestas por poderes territoriales externos”. No obstante, se sincera, “desmontar esa maquinaria de dominación requiere mucho tiempo: en particular, el tiempo que se necesita para modificar la dominación convertida en sentido común, en hábito cultural de las personas”.

En resumidas cuentas, la denominada “doctrina del descubrimiento de América”, que sirvió para justificar el exterminio de los pueblos indígenas durante la conquista, sigue vigente en Bolivia.  La ONU estima que 300 millones de indígenas fueron víctimas de la colonización o de la conquista. Se trata de cinco mil pueblos nativos asentados en 70 países que pese a mantener sus propias particularidades lingüísticas y culturales, han sido obligados a adoptar patrones de vida de grupos socioeconómicos dominantes.

La teoría jurídica internacional conocida como la doctrina del descubrimiento ha sido el fundamento y justificación legal de siglos de extracción de recursos y despojo de territorios indígenas tradicionales, concluye un estudio preliminar elaborado por la relatora especial del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas Tonya Gonnella Frichner.

La investigación de Frichner establece que la doctrina del descubrimiento se ha institucionalizado en las leyes y las políticas nacionales e internacionales, dando lugar a que los Estados reclamen tierras, territorios y recursos de los pueblos indígenas y se apropien en masa de esos bienes. Con arreglo a la doctrina del descubrimiento, algunos Estados modernos reconocen el derecho de los indígenas a sus tierras ancestrales, pero se arrogan para sí el control soberano de los mismos.

Las concepciones modernas de los Estados con respecto al dominio y a la soberanía sobre los pueblos indígenas y sus territorios datan de la época del imperio romano, y son resultado de una historia de deshumanización de los pueblos indígenas. Aquí radica la causa de los problemas actuales de los pueblos indígenas en la esfera de los derechos humanos, asegura Frichner.

Si bien naciones de Sudamérica como Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Venezuela reconocen en sus constituciones los derechos específicos de esas comunidades y diseñan planes de inserción, decenas de movimientos y organizaciones indígenas denuncian en diversos foros las vejaciones que con regularidad sufren las comunidades aborígenes del continente.

Según el sociólogo venezolano Edgardo Lander, “la principal fuente de las contradicciones internas y de las decepciones con relación a los gobiernos progresistas de izquierda es que parecen, de hecho, dar por obvio que ningún otro camino es posible sino el de un sistema basado en el crecimiento económico”. Es así que los megaproyectos extractivos de materias primas se han convertido en los detonantes principales de la mayoría de las movilizaciones campesinas e indígenas en Latinoamérica.

Notas:

1. El camino a través del TIPNIS: ¿Un proyecto colonial del siglo XVIII?; Tristán Platt; profesor de la University of St. Andrews, Escocia. Fuente: http://www.lostiempos.com/lecturas/varios/varios/20120226/el-camino-a-traves-del-tipnis-un-proyecto-colonial-del-siglo_161702_338318.html

2. El pueblo boliviano vive la mayor revolución social; Luis Hernández Navarro, La Jornada, México, febrero 2012. http://www.jornada.unam.mx/2012/02/07/politica/002n1pol

3. El Vice dijo que su “obligación” es fomentar el desarrollo con la construcción de carreteras e industrias: “Necesitamos tener escuelas, hospitales, telefonía y carreteras para mejorar el comercio y el transporte… Por supuesto que hay que proteger el medio ambiente y hacer la consulta (a los indígenas), pero con el principio de la necesidad estratégica de la vinculación carretera entre departamentos, pueblos y comunidades”.

4. La carretera por el TIPNIS se construye con un crédito comercial de Brasil; su propósito es agilizar el tránsito de productos brasileños hacia la costa del Pacífico.